La experiencia de Sonia, voluntaria española en Brasil

"Logremos cambios sociales, desde la base, la acción conjunta y el acompañamiento"

Pasé años después de acabar mis estudios universitarios cuestionando las metodologías de trabajo en el tercer sector. En proceso de constante búsqueda y aprendizaje gracias a proyectos sociales en Barcelona y personas que compartían mis inquietudes y una visión participativa de los proyectos en que trabajábamos, conseguí poco a poco ir construyendo una mirada crítica y una forma de trabajo que contaba con las personas y comunidades en que trabajaba para lograr cambios sociales, desde la base, la acción conjunta y el acompañamiento.

Mi interés por trabajar en el mundo de la cooperación internacional y el desarrollo de proyectos fue siempre motivado por la idea de lograr un impacto y mejora de las condiciones de vida, especialmente en localidades situadas en América Latina. Con el paso de los años esta idea nunca dejó de estar presente, por ello, pasados unos años de trabajo y formación, llegué a TECHO EU por casualidad, después de una amplia búsqueda de organizaciones que trabajasen en América Latina. El filtro que mantuve durante meses de búsqueda era encontrar una organización y proyectos que trabajasen con una visión horizontal y participativa en comunidades en situación de vulnerabilidad.

Después de un breve periodo de tiempo de conversaciones con TECHO EU, manifesté mi interés en ser voluntaria en proyectos de TETO BRASIL. Desde mi primer intercambio de estudios en Chile, establecí redes y vínculos con Brasil, amistades y conocimiento de la realidad política y social que acompaña al país. Cuando la oportunidad de ser voluntaria con TETO MINAS GERAIS se materializó, surgieron dudas y miedos que se disiparon al conocer al equipo local. He encontrado tanto antes de llegar como en el momento de la llegada, y dos meses después de estar aquí, un entorno que comparte mis convicciones, intereses y formas de aproximarse a las comunidades y a la generación de cambios en la realidad de las personas que habitan lugares periféricos. Trabajar en una organización con liderazgos jóvenes a su vez, implica aprender de forma conjunta, cuestionar metodologías y revisar las formas de trabajo para lograr crecer como organización y equipo.

Creo que es muy necesario partir de una deconstrucción propia para poder entonces entender tanto las metodologías como la forma de aproximarse a la realidad de la que parte TECHO en sus diferentes sedes y aspirar a seguir mejorándolas día a día. Partimos de una visión en que cada una de las comunidades, tiene sus particularidades y hablamos de forma constante con las personas que las habitan, quién son por último los sujetos de acción. Sin ese trabajo previo se torna imposible establecer una buena comunicación con los compañeros y compañeras, con los moradores y moradoras de las comunidades/favelas.

En tan solo 60 días he aprendido y sentido muchas cosas. Las primeras semanas supusieron un reto, reuniones, siglas, diferentes ámbitos de trabajo y grupos de voluntariado, diferentes comunidades y proyectos en marcha, agradecí en todo momento el acompañamiento, la paciencia y el interés por hacerme formar parte de todo lo que estaba pasando.

Posteriormente, me ofrecieron ser coordinadora de trabajo del evento ECO (Escutando Comunidades) o traducido, Escuchando Comunidades. Un evento que se llevaría a cabo la tercera semana de noviembre en la comunidad de Terra Nossa, con la finalidad de realizar, junto con liderazgos comunitarios y el voluntariado local, la aplicación de encuestas en la comunidad para conocer aspectos educativos, económicos, indicadores de salud y bienestar, conocimientos sobre el hogar y su infraestructura entre otros. 

 

La importancia de la aplicación de dichas encuestas quedó clara desde el inicio por la situación de amenaza en que se encuentra la tierra en que viven y por la necesidad de censar el máximo de personas posibles para constatar que allí habitan desde hace mas de 10 años. 

De un encuadre tan lógico y enmarcado como puede ser la aplicación de encuestas, lo que realmente sucedió en tan solo 48 horas fueron horas y horas de conversaciones informales, de pisar terreno y entender la necesidad de plantear proyectos que partan de la comunidad y se apliquen a ella. Con esto, resolví uno de los grandes miedos que tenía desde hacía años, acabar trabajando en proyectos con una visión paternalista, asistencialista, enmarcada en lógicas occidentales. De las conversaciones en las casas, en los momentos de cocinar, en las calles, surge la carisma y simpatía de compartir historias de vida complejas, de lucha constante, de miedo y de fuerza con levedad, de relativizar los problemas y ver/vivir las luchas día a día, paso a paso y de la organización autónoma para lograr espacios mejores y habitables para las próximas generaciones que allí habitan.

Sigo cada día, más allá de aprender cuestiones técnicas como el planteamiento de eventos, la coordinación de y con personas, la resolutividad, y practicidad, el desarrollo de proyectos enfocados en contextos concretos, el liderazgo de voluntariado etc., generando aprendizajes humanos. Finalmente, comparto que trabajar y voluntariar para y con TECHO, tiene una parte muy emocional, una parte que se entremezcla con la profesión pero que parte de la visión de luchar por ciudades justas, trabajar en red comunitaria, con participación activa en los procesos y toma de decisiones de las personas que habitan lugares periféricos, trabajar por último en conjunto como sociedad y luchar por superar la vulneración de derechos humanos básicos en nuestras ciudades.

Escrito por: Sonia Recuerda

 

"Logremos cambios sociales, desde la base, la acción conjunta y el acompañamiento"

Pasé años después de acabar mis estudios universitarios cuestionando las metodologías de trabajo en el tercer sector. En proceso de constante búsqueda y aprendizaje gracias a proyectos sociales en Barcelona y personas que compartían mis inquietudes y una visión participativa de los proyectos en que trabajábamos, conseguí poco a poco ir construyendo una mirada crítica y una forma de trabajo que contaba con las personas y comunidades en que trabajaba para lograr cambios sociales, desde la base, la acción conjunta y el acompañamiento.

Mi interés por trabajar en el mundo de la cooperación internacional y el desarrollo de proyectos fue siempre motivado por la idea de lograr un impacto y mejora de las condiciones de vida, especialmente en localidades situadas en América Latina. Con el paso de los años esta idea nunca dejó de estar presente, por ello, pasados unos años de trabajo y formación, llegué a TECHO EU por casualidad, después de una amplia búsqueda de organizaciones que trabajasen en América Latina. El filtro que mantuve durante meses de búsqueda era encontrar una organización y proyectos que trabajasen con una visión horizontal y participativa en comunidades en situación de vulnerabilidad.

Después de un breve periodo de tiempo de conversaciones con TECHO EU, manifesté mi interés en ser voluntaria en proyectos de TETO BRASIL. Desde mi primer intercambio de estudios en Chile, establecí redes y vínculos con Brasil, amistades y conocimiento de la realidad política y social que acompaña al país. Cuando la oportunidad de ser voluntaria con TETO MINAS GERAIS se materializó, surgieron dudas y miedos que se disiparon al conocer al equipo local. He encontrado tanto antes de llegar como en el momento de la llegada, y dos meses después de estar aquí, un entorno que comparte mis convicciones, intereses y formas de aproximarse a las comunidades y a la generación de cambios en la realidad de las personas que habitan lugares periféricos. Trabajar en una organización con liderazgos jóvenes a su vez, implica aprender de forma conjunta, cuestionar metodologías y revisar las formas de trabajo para lograr crecer como organización y equipo.

Creo que es muy necesario partir de una deconstrucción propia para poder entonces entender tanto las metodologías como la forma de aproximarse a la realidad de la que parte TECHO en sus diferentes sedes y aspirar a seguir mejorándolas día a día. Partimos de una visión en que cada una de las comunidades, tiene sus particularidades y hablamos de forma constante con las personas que las habitan, quién son por último los sujetos de acción. Sin ese trabajo previo se torna imposible establecer una buena comunicación con los compañeros y compañeras, con los moradores y moradoras de las comunidades/favelas.

En tan solo 60 días he aprendido y sentido muchas cosas. Las primeras semanas supusieron un reto, reuniones, siglas, diferentes ámbitos de trabajo y grupos de voluntariado, diferentes comunidades y proyectos en marcha, agradecí en todo momento el acompañamiento, la paciencia y el interés por hacerme formar parte de todo lo que estaba pasando.

Posteriormente, me ofrecieron ser coordinadora de trabajo del evento ECO (Escutando Comunidades) o traducido, Escuchando Comunidades. Un evento que se llevaría a cabo la tercera semana de noviembre en la comunidad de Terra Nossa, con la finalidad de realizar, junto con liderazgos comunitarios y el voluntariado local, la aplicación de encuestas en la comunidad para conocer aspectos educativos, económicos, indicadores de salud y bienestar, conocimientos sobre el hogar y su infraestructura entre otros. 

 

La importancia de la aplicación de dichas encuestas quedó clara desde el inicio por la situación de amenaza en que se encuentra la tierra en que viven y por la necesidad de censar el máximo de personas posibles para constatar que allí habitan desde hace mas de 10 años. 

De un encuadre tan lógico y enmarcado como puede ser la aplicación de encuestas, lo que realmente sucedió en tan solo 48 horas fueron horas y horas de conversaciones informales, de pisar terreno y entender la necesidad de plantear proyectos que partan de la comunidad y se apliquen a ella. Con esto, resolví uno de los grandes miedos que tenía desde hacía años, acabar trabajando en proyectos con una visión paternalista, asistencialista, enmarcada en lógicas occidentales. De las conversaciones en las casas, en los momentos de cocinar, en las calles, surge la carisma y simpatía de compartir historias de vida complejas, de lucha constante, de miedo y de fuerza con levedad, de relativizar los problemas y ver/vivir las luchas día a día, paso a paso y de la organización autónoma para lograr espacios mejores y habitables para las próximas generaciones que allí habitan.

Sigo cada día, más allá de aprender cuestiones técnicas como el planteamiento de eventos, la coordinación de y con personas, la resolutividad, y practicidad, el desarrollo de proyectos enfocados en contextos concretos, el liderazgo de voluntariado etc., generando aprendizajes humanos. Finalmente, comparto que trabajar y voluntariar para y con TECHO, tiene una parte muy emocional, una parte que se entremezcla con la profesión pero que parte de la visión de luchar por ciudades justas, trabajar en red comunitaria, con participación activa en los procesos y toma de decisiones de las personas que habitan lugares periféricos, trabajar por último en conjunto como sociedad y luchar por superar la vulneración de derechos humanos básicos en nuestras ciudades.

Escrito por: Sonia Recuerda