Las desigualdades entre hombres y mujeres están presentes en todo el mundo y los países de América Latina y el Caribe son territorios marcados por su violencia e injusticia. En 2019, el continente latinoamericano registró 3.800 feminicidios y catorce de los veinticinco países con mayor número de feminicidios se encuentran en este continente.
Esta violencia contra las mujeres está aún más presente en las zonas rurales y, en particular, en los barrios marginales. Las mujeres que viven allí tienen que hacer frente a numerosas discriminaciones por razón de género. En el campo, las dificultades de acceso a la educación son muy fuertes, muy a menudo, las chicas jóvenes van a la escuela más tarde que los chicos y la abandonan antes. Debido a su género, muchos cursos de formación están cerrados para ellas y muchas están destinadas a ocuparse de las tareas domésticas.
Sin embargo, desde el siglo XIX se han creado numerosos movimientos feministas, es decir, movimientos que abogan por la igualdad entre hombres y mujeres. Han llevado a cabo numerosos proyectos de sensibilización de las mujeres de medios desfavorecidos, sobre todo durante los años ochenta. A pesar de la pérdida de impulso del movimiento en los años 2000, es una lucha que sigue muy viva y necesaria en el mundo y en este continente para luchar contra la violencia y la discriminación que siguen estando muy presentes. Desgraciadamente, dependiendo del país del Desgraciadamente, dependiendo del país, esta lucha es más complicada que en otros países.
En América Latina, la discriminación contra las mujeres sigue estando muy presente y pesa mucho sobre ellas, especialmente sobre las más vulnerables. Carecen de acceso a la educación y a la sanidad y son presa de la violencia. Por eso es esencial ayudar a estas mujeres y apoyar los movimientos feministas que persiguen la igualdad.